


El encargo era idear, diseñar y producir un regalo: algo informal que la gente pudiera recoger y montar. Se habló de recortables, puzzles... Al final es una figura hecha a partir de dos planos que se entrecruzan; sencillo y decorativo. Al mismo tiempo surgió la necesidad de hacer un díptico porta-lápices para entregar a los visitantes. Una de las caras debía alojar el lápiz, y la otra debía poder separarse convirtiéndose en un marcapáginas.

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